11 de la mañana. 34 grados en Valencia. Vas andando por la calle Colón, en pleno centro neurálgico y catastrófico de la ciudad. Crees que el infierno debe ser parecido a esto.Coches, gente que anda sin saber a ciencia cierta pa donde tirar y calor, mucho calor. De repente ves el Corte Inglés y decides entrar a ver esa ropa que no puedes comprarte:-P. Y la encontraste. Sí, acabas de atravesar la puerta que te conduce a una nueva dimensión espacio-tiempo. Estás en el polo sur, o en plena época de glaciaciones, vaya ústed a saber. En el tiempo en que se tarda en dar un paso, tus pelos se erizan, tu piel se contrae, tu cuerpo tiembla y no puedes dejar de frotar tu brazo izquierdo con tu mano derecha. Y de repente tu camiseta de tirantes te parece lo menos adecuado que había en el armario para ponerse ese día. Y tú, que venías a mirar trapitos minimalistas de verano, miras con deseo ese abrigo tan mono que hay ahí delante.
Pero luego vuelve a atravesar la puera del espacio-tiempo, regresas a tu mundo y vuelves a quejarte del calor sofocante de Junio. Y te vas a la biblioteca. Y observas cuánta gente hay sin chaqueta. Nadie. Y piensas que los microorganismos que purulan por ahí se deben estar poniendo las botas con tanto gilipollas suelto que no sabe regular en condiciones el puto aparatito.